Agresiones a flor de piel – Humberto Mendieta

Dos agresiones condenables y bochornosas han sido conocidas en los últimos días en esta región del país, otrora remanso de paz de una Colombia de violenta tradición andina. La primera, tan repudiable como la segunda, ocurrió en el Sistema Público Masivo Transmetro. Allí, como se ha podido ver en video de las cámaras de la estación Alfredo Correa de Andreis, un hombre fornido que superaba a su delgada víctima en peso y estatura la golpea de manera inmisericorde. El joven que recibió los jabs y uppercuts era un guía de la empresa que sirve a los usuarios para informales o protegerlos.

Con un Código de Policía vigente, cuyo espíritu fue divulgado aparentemente como un instrumento más preventivo que sancionatorio, el país se caracteriza por tener cada vez menos tolerancia y buena convivencia, que no es más que compartir con la comunidad; los hermanos; los vecinos o el cónyugue en pacífica coexistencia y armonía, sin disputas ni riñas. Y mientras cada vez hay más campañas alegóricas a la tolerancia, menos parece cultivarse esta entre la gente.

Los mejores termómetros ciudadanos para medir cuál es la capacidad de una sociedad en ese sentido son los puntos de encuentro, y por supuesto, las calles por donde transitan los vehículos. De encuentro obligado en Barranquilla son las estaciones de Transmetro y hay que ver el comportamiento de nosotros, los alegres y amigables quilleros, en esos sitios. Lean las estadísticas: en los días recientes se han registrado 3 hechos bochornosos de este tipo en la Alfredo Correa De Andreis, la misma estación convertida en desigual rin de boxeo esta semana.

El otro dato resulta más lamentable porque en los ocho meses de funcionamiento del programa SúbeT se reportaron 52 ataques físicos a los guías del Transmetro, los cuales incluyen madrazos, empujones y trompadas. Ante esto, ¿de qué vale promover la cultura y el buen uso del sistema de transporte, si el público objetivo, que está conformado por los usuarios, no responde?  

El otro caso resulta aún más patético. Ocurrió en Valledupar, en donde una madre de familia y el coordinador académico del colegio Carlota Uhía, se trenzaron a golpes en el desarrollo de una reunión, nada más y nada menos que en la de bienvenida al año escolar. ¡Qué ejemplarizante!

Los testigos de la nada tolerante reunión señalan que la madre arribó al colegio sobresaltada porque le habían devuelto a su hijo a casa porque el acudiente –probablemente ella misma– no asistió a una citación del colegio por otra razón. Es mucho más paradójico aun conocer las razones específicas de la reunión, la cual programaba charlas sobre valores a los estudiantes y a los padres de familia. ¿Los invitados?, agentes de Policía de Infancia y Adolescencia. Para dónde va esta sociedad pacata para algunas cosas; libertaria para otras; exigente del Estado; violatoria de la ley; intolerante y cada vez más agresiva y evidentemente inmadura.

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